Carta abierta al miedo
Tengo miedo de ser mediocre
miedo de haberme creído de más
miedo de no cumplir las expectativas
miedo de no comerme una mierda
miedo de estar perdiendo el tiempo
miedo de quedarme atrás
miedo de no ser interesante
miedo de no ser guapa
miedo de ser pretenciosa
miedo de parecer patética
miedo de no poder sostenerlo
miedo de no ser capaz ni de intentarlo
miedo de no llegar a más
miedo de no ser extraordinaria
miedo de intentarlo y no conseguirlo
miedo al fracaso
miedo al ridículo
miedo a no ser admirada
miedo a ser, sin más.
Respuesta al miedo. Fragmento de mi diario del 27 de agosto:
No tengo por qué hacerlo ya todo y recibir ya sus frutos, a la vez. Dale tiempo al tiempo.
[…]
No tengo que esperar nada de mí. Soy valiosa por ser. No tengo que demostrar nada. La gente me aprecia y me quiere por lo que soy, porque existo, sonrío y convivo, no por las cosas que produzco. A la gente que me quiere le da igual si escribo mucho o poco, mejor o peor, si mis reflexiones son más o menos profundas o reveladoras. Existir, convivir, sonreir, estar, es suficiente.
Necesito de los otros para alimentar el amor. Mi producción artística no me va a dar el cariño que necesito. Al contacto humano se la pela mi calidad artística. Merezco ser amada porque sí, sin más.
Pequeña conclusión
De pequeña era una niña excelente, en los estudios y en el comportamiento. Supongo que me volví adicta a recibir ese tipo de halagos, a ser valorada por lo que hago y por lo bien que lo hago. Tengo que separar mi persona de mi trabajo. No soy mis producciones artísticas. No soy mi éxito profesional. No tengo que llegar a nada. Ya soy. Ya soy amada. Esto del arte es solo un divertimento para pasar la vida.