Lo que más me fascina de la adaptación escénica de mi libro es la polisemia del texto. Un mismo conjunto de poemas, en el mismo orden, cuenta dos historias distintas según su soporte. La hora blanca muestra un proceso muy distinto al de En un lugar limítrofe, aunque compartan los mismos signos lingüísticos. ¿Dónde radica la historia entonces, si no es en las palabras?
Por cómo estoy utilizando los recursos escénicos, hay un mundo que se levanta y se ubica y, en cierta forma, cerca los textos. El montaje dice: los textos suceden aquí, ahora, en este espacio y de esta forma. Y dentro del tiempo de la ficción pueden haber saltos espacio-temporales, pero ya hay una guía, una guía en un sentido que no aparece en los textos. El poema no dice lo mismo desde la abstracción del papel en blanco que desde un lugar más construido. Hay cierto grado de imposición en el montaje escénico frente al poema escrito.
La hora blanca no cuenta lo mismo que En un lugar limítrofe. El libro, lo digo siempre, trata las tensiones entre el deseo de revolución de los afectos y el peso de la tradición romántica. Es una negociación de las pasiones y la conciencia, entre lo romántico y lo crítico, buscando siempre la compasión con una misma. En cambio, La hora blanca, tiene el rumor de este debate, pero la diana a la que apunta es otra.
La hora blanca habla del proceso de individuación, del despertar adolescente, adoleciendo de un mundo que se presenta como un fraude. Es la búsqueda de la identidad, el empeño por tener una opinión propia y reafirmarte como ser independiente. Otra vez con la compasión de fondo, con una mirada amable sobre esos tiempos tiernos y convulsos. Quién no se ha buscado.
Si la escritura de En un luguar limítrofe me permitió reconciliarme con mi versión más romántica, con La hora blanca estoy abrazando a esa adolescente nerviosa, vulnerable, que quiere hacerse ver, que quiere hacerse oir, que quiere hacerse grande porque en efecto se siente minúscula. Y estoy jugando con ella. Ya no la recrimino por estúpida, por querer llamar la atención. Yo te entiendo, cariño, y ahora con la distancia te veo tan graciosa, danto tumbos pero tan convencida de cada paso que das.
Todos esos pasos torpes me han llevado hasta aquí y todo lo que tengo es perfecto. Pero esto no iba a ser un blog de coach emocional. Son unos diarios sobre poesía escénica. Pero el arte, a mí, me entronca con la vida. No puedo hablar de mis procesos artísticos sin hablar de mis procesos emocionales, porque son la misma cosa.
Lo dicho, os iré actualizando con los hallazgos de esta investigación. La pieza tendrá su estreno absoluto del 2 al 5 de mayo en la sala Carme Teatre de València. Las entradas ya están a la venta. Y si quieres venir con el libro leidito de casa, puedes comprarlo online (en el link anterior, jeje) o encargarlo en tu librería de confianza.
Hasta entonces, aún tenemos algunos recitales! Además, estoy trabajando en un repertorio nuevo que me muero por mostraros. Mi objetivo es que algún día coreéis mis versos, así que ya os podéis ir aplicando el cuento. Nos vemos el:
17 de abril, 19.30h, Biblioteca Nieves Pérez Acosta, La Palma
20 de abril, 18h, Museo del Thyssen, Madrid
26 de abril, 19h, Festival Bajo 35, Madrid
28 de abril, 12.30h, Gala de premios PALABRASound-Camino, Viana, Navarra
Y también estaré firmando en la FIRA DEL LLIBRE DE VALÈNCIA :D El domingo 5 de mayo de 13h a 14.30h en la caseta número 92
Nos vamos leyendo. Con amor:
-Elsa
Toc, toc. ¿Se puede?
Desde mi punto de vista, el mismo espacio de ambigüedad que domina el lenguaje poético debería respirarse en la propuesta escénica.
Dice Cortazar que "la literatura la hace el lector". Es decir, tú propones un texto y es la lectora la que construye, desde su experiencia e imaginario, el resto del discurso. Es cierto que, en la escena, damos más claves por la multiplicidad de lenguajes, pero también deberíamos dejar ese espacio para el Lector-espectador. No crees?