Hacer el amor es otra cosa. También es esa cosa de la cópula, pero en el hacer el amor queda evidente su carácter proactivo. Hay que hacerlo, con las manos, con la voluntad, con una intencionalidad, como un artesano. En marzo, apunté en mi libreta de esbozos que ocasionalmente devienen en poemas:
Hasta las cosas más elementales han de hacerse:
hacer el amor
hacer hambre
hacer las paces…
Y no es que la vida sea
excesivamente laboriosa.
Significa
que la vida está
en nuestras manos.
Estoy leyendo ‘El arte de amar’, de Erich Fromm. Aún no lo he terminado, pero me está sirviendo de espejo para poner palabras a un entendimiento del amor que ya tenía en mí. Y eso siempre reconforta, que otro te dé las palabras. Os comparto algunos highlights:
‘‘Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar.’’
‘‘consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar ‘‘locos’’ el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.’’
‘‘el amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre.’’
‘‘El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un ‘‘objeto’’ amoroso’’
‘‘Amar desde la esencia del ser -y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser. […] El amor debe ser esencialmente un acto de la voluntad’’.
Y supongo que así sigue el libro. No lo sé, voy por la mitad (igual tenía más sentido hablar de esto terminada la lectura, pero ya puestos).
El amor, mi temazo (muy poco original por mi parte). Cada vez soy más consciente del trabajo que conlleva. Y no creo que sea algo sacrificado. Apostar por el amor es apostar por la ternura, la comprensión, el cuidado y la confianza. Esto último ha sido mi descubrimiento más reciente. Confiar en que una vez atravesado el subidón químico del enamoramiento, el amor perdura. Que un menor grado de intensidad no implica la desaparición del amor. El amor es, de hecho, lo que queda; lo que queda cuando ya no hay un chute de endorfinas que lo propulsione.
Amar es confiar en que te amo y en que me amas y que vamos a actuar desde el cuidado y la buena voluntad. La confianza es una posición activa. No sé vosotras, pero siento que en una sociedad gestada bajo la ley de la jungla, la competitividad de mercado y su puta madre, nuestra tendencia es hacia la desconfianza y el miedo. Sufrimos de inseguridad crónica (ole! A patologizar!). Por eso el ejercicio activo de respirarse esa imagen maquiavélica de la otra persona a punto de traicionarnos en cuanto nos demos la espalda.
Y en cuanto al amor que sentimos, también hay un compromiso por nuestra parte de mantener esa llama encendida. Saber que existe la opción de apagarla y no pasa nada, pero una decide activamente seguir ahí, calmada, sin esperar grandes exaltaciones, celebrando la simple existencia. Celebrando que te quiero porque te quiero. A todo esto, entiendo la multiplicidad de formas que adopta el amor, su capacidad de transformación y que todo está bien mientras la base sea el cuidado y la ternura.
Hablando de amor, os recuerdo que mi libro En un lugar limítrofe (La Imprenta, 2023) ya está a la venta. Podéis encargarlo en cualquier librería o comprarlo directamente en la web de la editorial Y si por algún casual ya lo hubieseis leído, estaría encantada de recibir vuestro feedback. Muero de ganas por saber si os ha movido, qué partes os emocionan más o si os ha llevado a alguna reflexión. Esos son mis objetivos con la escritura: agitar las emociones y estimular la reflexión. Así que eso, soy toda ojos y oídos.
Nos vamos leyendo. Gracias por estar aquí <3
-Elsa
Gracias, gracias, gracias por estos rugidos Elsa. Son rugidos refugio, ponerle palabras ajenas, como bien has dicho, a lo que sentimos es muy reconfortante, sobre todo porque da esperanzas.