De María Zambrano he pasado a Simone Weill. Y vuelvo a Zambrano. Y Spinoza sobrevuela. Etcétera. Weil sostiene algo que yo intuía sobre el vacío (me encanta esta frase a nivel gráfico) y es su poder creador, la vía que ofrece el vacío para entregarnos a la totalidad: la disolución, el ‘‘descrearse’’…
Weill parte de las palabras de san Pablo ‘‘Dios se vació en su divinidad’’ para decir que Dios, tras la creación, renuncia a su papel. Dios se vacía de su divinidad para repartirla entre todas las criaturas y en su lugar deja su ausencia, el vacío de lo divino, el vacío que es, en sí mismo, Dios. Es por eso que nuestro rechazo al vacío es la negación hacia el poder creador.
Algunas frases de La gravedad y la gracia (Editorial Trotta), una recopilación de textos de Simone Weil, que tengo subrayadas:
‘‘La gracia colma, pero no puede entrar más que allí donde hay un vacío para recibirla, y es ella quien hace ese vacío’’
‘‘Amar la verdad significa soportar el vacío’’
‘‘desear en vacío, desear sin anhelo. Separar nuestro deseo de todos los bienes, y esperar’’
‘‘querer en vacío, querer el vacío. Porque un vacío es para nosotros ese bien que no podemos representarnos ni definir. Pero ese vacío está más lleno que todos los llenos’’
Aceptar el vacío desde la gracia, no desde la resignación. Confiar hasta saber que el vacío está lleno de aquello que no está en nuestra naturaleza, puesto que es sobrenatural, y que un esfuerzo por colmarlo terminaría por desbocarlo terríblemente.
En un momento del libro, dice: ‘‘somos toneles sin fondo por no haber comprendido que tenemos un fondo’’. Esta afirmación me empujó a mi Diario de notas avenidas. Escribí:
''Sin fondo (bueno): de una profundidad infinita, hondo. Sin fondo (malo): sin contenido, superficial. Sin fondo (regulín): insaciable''
Continúo. Cuando Weill dice que tenemos un fondo, ¿se refiere a que tenemos un fin? —fin = objetivo o final; propósito o muerte; tener un objetivo es saber que vamos a morir (?—. Es este nuestro error: no contemplar o no asumir nuestra finitud. ¿No comprender nuestro fondo nos empuja a la gula?
No tengo clara mi posición frenta a esa aparentemente engañosa infinitud. La intento relacionar con el vacío. ¿No es el vacío infinito o necesita un límite para cercarlo y decir este espacio concreto está vacío? ¿Conocer nuestro fondo garantiza el cuidado del mismo límite? Lo dudo. ¿Qué es un fondo? ¿No es todo susceptible de ser sobrepasado?
El vacío más angustioso es el vacío sin fondo, sin fin, sin dirección. El vacío sin fondo cuenta con una fuerza de absorción absoluta, la gravedad sin límites. Como abrir la compuerta de un avión o de una nave espacial; como el polvo de la alfombra frente a la aspiradora.
Pienso si pueden crecernos las alas sólo con desearlo afablemente. Fantaseo, tal vez tenemos alas solo porque creemos en ellas. En un poemario inédito escribí: ‘‘Hay que cambiar de lugar al vacío. Los cuerpos flotan si confían en su propia levedad’’.
Digo esto. Cabalgo grácilmente a lomos de las metáforas, pero mi realidad es menos brillante. Siendo clara: el pasado fin de semana hice caso a mi psicóloga y no me programé (casi) nada. Dispuse todo mi tiempo para mí, sin compromisos ni obligaciones. Sabía de algunas cosas que quería hacer, pero dejaría que fuese el deseo y no la agenda quien dirigiera mis actividades. Y vaya experiencia del demonio. Es soltar el calendario y caer en ese terrible vacío tintado de desidia. Me di cuenta de que he perdido (no sé si lo llegué a desarrollar) el olfato sobre mi deseo. Aunque, ahora que leo a Weill, pienso, tal vez, que la parálisis vino por una ausencia de necesidad. Me dije ‘‘no voy a hacer nada’’ y la necesidad, obediente, no llamó a mi puerta.
El vacío es eso, desapegarse de la apariencia, del artefacto, de los palos que nos sostienen y rendirse. Rendirse a la necesidad. Deshacerse en la necesidad. Descrearse por necesidad. Atravesar el umbral del miedo al vacío y dejarnos la epidermis del otro lado. Llegar al vacío sólo entrañada.
Me he vuelto a excitar en las metáforas. Realmente, la experiencia me sirvió para ver de cara todo lo que intento ocultar con tanta hiperactividad. Que cuando no tengo ninguna obligación por mantener el tipo, me encuentro con que estoy triste. Aunque es una tristeza que no me preocupa. Lo primero, porque creo fírmemente en despenalizar la tristeza y entenderla como una posible más en el abanico emocional. Lo segundo, porque sé que es más química que material. No puedes estar siempre tan arriba, Elsa -me dice mi psicóloga. Y es cierto. Si no me bajo por voluntad propia, me baja el cuerpo.
La gravedad siempre tira. Habrá que amistarse con ella.
Estos días también releyendo a Weil (hay que releerla mucho).
Tus reflexiones llegan como agüitas de marzo.